Me gustaba la receta de
los hongos y panela,
ver la luna y las
estrellas metalizadas
Carlos veía mi tachera,
sus ojos se cristalizaban
yo extasiada miraba la
maquinaria humana
y su andar me llenaba de
alegría, me burlaba;
en su jean un agujero de
púas desquiciadas;
nos olvidamos de lo
material, nos alejamos de la ciudad,
nos reíamos también de los
perros y sus amigos pandilleros
que recobraban vida.
En el potrero de mi barrio mi pantalón conquisto serpientes
mientras las vacas me
miraban fijamente;
yo pisaba grandes montañas
de excrementos,
nos escondimos de
fantasmas también de nosotros mismos.
Las voces aún persisten,
muy esporádicamente les
doy permiso para que habiten mi desesperada existencia.