La lluvia se asoma cuan
hermosa bocanada de fulgor fresco, se
antojan las aves de un chapuzón y las hojas casi muertas descubren de nuevo la vida.
Los mendigos en su inmensa tormenta se
revelan y danzas desnudos, desprendidos de sus sinuosas vestimentas mentales.
Hoy hay un augurio, un rayo que quizás me parta en dos.
La tormenta que tanto esperé
surca en mis emociones que son un
desesperado intento de desvanecerme.
Hoy la lluvia culmina con
todo, y los adoquines ensangrentados se limpian. Oh querido Federico, Cali piensa en vos cuando llueve.
Mi mente divaga y recuerda
con melancolía la niñez ya perdida, dulces años de inocentes reflexiones
que se van, se van…