lunes, 16 de julio de 2012

Mujer Asesina

Su cuerpo estremecido por el dolor se crispo al morir, los últimos versos fueron estos: Valiente, valiente tú mujer que me asesinaras, la acompañó el suspiro mortuorio, su heroína cambiaba.
Solo es de seres extraordinarios los que se deciden a combatir con la vida; los que se atreven, cuando yacía ya muerta su heroína permanecía estática, excitada, aquel fallecimiento le dio vida a su  vida, como un estallido de explosiones emocionales, levito suavemente hasta caer la noche, caminaba, caminó por mil años como un espectro, aún sigue caminando entre nosotros.

viernes, 25 de mayo de 2012

Escupitajos en el restaurante.


Domingo en la mañana, me despierto medio atontada queriendo fundirme en las cobijas; suena la canción de la alarma, big city nights.

El restaurante es habitado por muebles del siglo pasado, las copas están llenas y yo no se de que lado van los cubiertos. 

Todo el mundo empieza  acomodar los preparativos para el domingo de la madre. Ese día me siento consternada, como si no me hubiera levantado nunca de mi cama, como si estuviera durmiendo aun, en un sueño.


Llega el  medio día, la gente empieza a llenar las reservas, mi primera mesa son un par de señores, una mujer delgada, y por lo visto con la menopausia y un señor gordo, asqueroso, con lentes como de cincuenta mil de aumento, casi que me pierdo en sus gafas, están acompañados de una anciana horrendamente desagradable con sonrisa mueca.


Les doy la bienvenida un tanto hipócrita, hacen su pedido, un lomo viche en salsa de lulo,  café y  un pollo a la parmesana; voy a la cocina,  el Chef dice, se demora cuarenta minutos. Eso me da tiempo de seguir poniendo los malditos globos rojos.


No hablo en toda la tarde con nadie, sólo existen las personas que llegan  almorzar.

¡sale el primer almuerzo! llevo el pedido a los tres cerdos de la primera mesa, sirvo por la derecha, ¡me parece una mierda! me imagino por un segundo, tirarles el almuerzo en las caras,  pero  me sonrío  como una maldita loca y les digo buen provecho, me retiro y la vieja puta menopaúsica me dice que le faltó el acompañante, voy directamente donde el Chef y le digo, él me mira mal, como coqueteándome, dentro  de mí digo ¡gas! me da el maldito acompañante, un puré de papá con una salsa amarilla, voy directamente a llevarlo, llegando a la mesa me devuelvo  y lo escupo, faltaba el toque final, y así empieza mi sabotaje aquel día de las madres.


Seguí sintiendo la misma sensación  como si estuviera aún en mi cama, pasé media tarde haciendo lo mismo del escupitajo; me reía mucho ver a la gente comiendo su lomo viche ensangrentado, con el escupitajo ahí.


Ya pasaban las horas y yo sólo escuchaba el piano que sonaba en el salón principal, serví, llevé, entregué, regué, solté, chorrié, escupí; me tomé todos los sobrados de los whiskey en la barra, o servía tragos y los anotaba a las mesas que más pedían tragos. 


Eran como las cinco de la tarde, entré al cuarto de la bodega, busqué las cucharas que me mandaron a traer, yo me tenía que encargar de lavarlas. Y dije !claro yo lo hago¡. Me coloque   los guantes y las metí en el sanitario, después las dejé en su sitio de nuevo.

Salgo, veo las caras de las personas que comen y veo fantasmas, en ese momento pienso que necesitan más que escupitajos, necesitan algo real.

Vuelvo a la bodega y busco unas servilletas, atrás veo un envase de cianuro, me digo, ¿qué demonios? Mínimo es utilizado por el dueño del restaurante en su taller de joyería, el cianuro lo utilizan para la recuperación de oro. 

En ese momento desperté de aquel sueño retardado  en el que me encontraba, compuse ideas extraordinarias en mi mente, descargué aquel odio y amor que sentía por aquellos zoquetes que se encontraban ahí divagando; brilló mi mente más que el fuego que emanaba aquella estufa con sus calamares incendiados, mi día siguió de otra forma, ya entendía las revelaciones que se presentaban ante mi, soy dios y demonio un abraxas, tomé el envase y lo metí en mi delantal. 

Pensé por más de media hora en lo que debería  hacer con dicho químico; empecé a jugar a la suerte.  Comencé con los tragos fuertes, en la barra, antes de llevar los vasos echaba una  gota por cada vaso, cogí la botella de whiskey y la llevé a la mesa, serví los primeros tragos... Me llamaron para recoger los platos de otra mesa que ya habían terminado, de vez en cuando intercambiaba miradas con el mesero, él me miraba como vigilando cada uno de mis pasos, me sentía observada; pero no tenía de que preocuparme, supuse que simplemente me miraba por que le atraía, como a muchos imbéciles. 


Hice caso omiso , y seguí con mi experimento que desafiaba al azar, de un momento a otro se lleno como fila de judíos para poder comer, atendí  muchas mesas, llegó mucha gente, no tuve tiempo de ir a mirar a los de los whiskey, me imaginaba que sí ya lo habían  tomado, estarían como par de cerdos tirados encima de la mesa, me acerqué para mirar, y estaban ahí, tendidos cagados de la risa ¡no sé por qué! maldije mil veces y me pregunté ¿qué hice mal?, ¿será que me pillaron? ¡malditos cabrones!,  seguí como si nada, no podía mostrarme inquieta, recogí mas platos de mil coños y  me comporté como si nada. 


Mi cinismo apestaba, a la vez me sentía orgullosa, pero no dejaba de pensar en los malditos que estaban el la mesa todavía hablando. Como a las 9 de la noche después de tanto trajín miré a mi alrededor y las personas que quedaron estaban como las del principio del día, como fantasmas. Tomé whiskeys desechados , uno tras otro, seguí observando a la muchedumbre y cada vez estaban más deshabitados, y yo más trastornada, y caí. Sentí un vacío profundo, caí, caí en el deseo de mis intenciones, en lo mas bajo de mis emociones, vibre en el dédalo exquisito del que alguna vez huí, morí. 





domingo, 25 de marzo de 2012

Ruido interno




Pos-modernismo.


Era acelerada, caos, confusión, robots progenitores.

Decadencia, vacío, vacío; así como cuando me tiro a un río.

Caigo, caigo; vacío vértigo, desespero, alivio.

Luego estallido, salgo vuelvo y caigo, siento el vacío; vacío inducido.

Es evidente el cambio brutal de esta era, somos llevados por una ráfaga acelerada que consiste en cambiar cada vez más, creando nuevos valores para devorar, el caos es eminente, el vacío permanente; y el cultivar el espíritu ahora depende de las nuevas tendencias publicitarias.

Vivir en el tiempo individual es la salida que busco para mi propio yo.

jueves, 8 de marzo de 2012

Caricias debajo de la mesa.

04-08-09

Era un sábado, la intención como siempre era desaburrirme con cualquier cosa, pero desesperé viendo las cuatro paredes de mi cuarto.


Decidí salir al viejo bar al cual suelo frecuentar, al llegar observe la misma gente de siempre, mesas vacías y una mujer que siempre estaba sola y deprimida, como si suplicase que alguien la acompañara, pero llega la soledad con la muerte de la noche y ella sigue igual.


Me siento en una mesa continua al baño; pido una cerveza y escribo unas frases que se vienen a mi mente, me quedo mirando al vacío mientras tatareo una canción que suena.


Soy interrumpida por un amigo de delgada contextura de besos exquisitos, hablamos del día tan abrumador, en sus manos tiene un afiche se lo pido como en suplica y accede a regalármelo.


El no hace nada más que mirarme, y me mira de una forma que confunde, ¡me agrada¡

Su timidez me inspira ternura, nos besamos como un par de niños que juegan con sus manos, empieza acariciar mis piernas debajo de la mesa, cierro mis muslos de un impulso dejándolo atrapado dentro de ellas, el sugiere una fotografía nos reímos, me imagino que hubiera querido plasmar aquel momento.

Me excitan mucho sus caricias juguetonas, no cruzamos palabra alguna. Solo disfrutaba el recorrido de sus hermosos dedos lánguidos.

Sentía un cosquilleo desde la punta de mis pies y el corrientazo que traspasaba cada centímetro de mi cuerpo, tocó mi sexo que babeaba, trato de correr mis bragas;
Acarició aquella flor entreabierta con uno de sus dedos, gemí y el mundo se desvanecía en nuestro alrededor, todo el tiempo nos miramos fijamente, como si ardiéramos, sabía exactamente lo que yo quería, las palabras sobraban.
Nos amamos con el lenguaje de nuestras miradas,
En el infierno nos quemamos de pasión.
Su respiración se agitaba con el movimiento de sus dedos, la vulva misma sentía su corazón palpitante.
¡Estallé¡
Y caí borracha.
Y caí extasiada.
Nos besamos como nunca, fumamos opio e hicimos el amor lentamente, el vaivén era lento y delirante, nos inyectamos cocaína, y sentimos morir.
Suicidamos los deseos, congelamos para siempre nuestros besos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Noche 02- 2012

Ven y disfrutemos del silencio, escuchemos más allá de las voces de mis vecinos, meditabundos acerquémonos a nosotros mismos como un uno, como una pequeña partícula que el universo desecha; ya no son solo besos y caricias, es algo etéreo, no es sexo, son sesos, no es corazón si no intestinos.

viernes, 13 de enero de 2012

Viernes a las 4.49 P.M.

Hoy como en días anteriores me pregunto lo incesante que son las vidas humanas, y lo agotador el tratar de descifrar comportamientos no ajenos a nuestra existencial vida, hoy con un calor sofocante, que entra en mi cuerpo, me detengo para respirar aquella inmundicia que desprende esta ciudad, es agobiante pero me hundo con sus porquerías, en el fango, en la noche, solo tratando de desaparecer entre tanta gente.

Viernes a las 4.01 PM.

Simplemente a solas entre la multitud se acerca a él mismo.
Es una condición casi abrupta que le imponen para entender el tremendo hueco en el que se ve casi cayendo, sus respuestas internas acomodan las diferentes posibilidades que a él le atemorizan, un día se da cuenta que no es el único podrido en el abismo, de esta forma crecen alas mutiladas y aprende a volar.

Viernes a las 3.47 P.M

Con la manos entre los sesos intenta arrancarse malos pensamientos que no lo dejan vivir, pregunta a su mejor amigo sobre Caín y Abel , este le habla de lo preguntado y

 no tarda un día para suicidarse.

Así entiende ya muerto que la vida es una farsa, si te tiene cogido, te absorbe, si la coges a ella, te salvas de alguna manera.

martes, 3 de enero de 2012

Así conocí a Iván.

Salía retrasada como siempre, en la quinta trataba de abordar un bus vacío, ¡imposible! mientras regateaba el pasaje diario, usando mis famosas y ya tediosas artimañas para que me llevaran por un poco menos; se subieron dos muchachas, una gordita, bastante tetona pues era lo que más le sobresalía, la otra en cambio delgada muy lánguida, sin gracia, insípida como muchas personas del común.

Dentro de mí, imaginaba la puta clase de los jueves, escuchaba mientras tanto la conversación de aquellas fulanas, me interesé al escuchar la supuesta madurez de la puta gorda que se creía muy madura, cuando en realidad sus consejos eran de una frustrada de puta mierda, pensaba dentro de mí ¡pobre quién sabe hace cuanto no se la pichan muy fuerte!

Le decía a la chupaculos de su amiga que estaba totalmente asquienta porque una conocida de las dos, se había acostado con su propio hermano y estaba en embarazo. Hablaban y hablaban, al final eran como dos burbujas en el espacio llenas de mierda a punto de explotar,  se me borraron de la mente y me quedé pensando en el recorrido tan largo, solo por segundos me sentía en ese bus, de resto estaba como enchufada a un retroceder de posibilidades, hasta que volvía a la realidad, el ayudante del bus gritaba y gritaba, trataba de entender las palabras pero no lo escuchaba era como un sonido mudo que retumbaba mis oídos, pero no le entendía.

Después de que pasara como veinte minutos, para mí (tres días) se acerca Iván, me pregunta, ¿tú sabes donde es la terminal? yo le indico haciéndole mala cara, pues me había despertado del letargo en el que estaba. Me quedó mirando fijamente y me pregunta ¿cuál es la visión del mundo que tengo yo?, como una bofetada en el trasero me quedo atónita, miro y veo a un viejo de 80 años que se ríe de mi expresión.

Me siento como ida otra vez, quiero bajarme del bus, entonces me paro y empiezo a timbrar, el imbécil del chófer no para, le digo fuerte.

¡Déjame por acá! nada, ah empiezo a decirle todas las más obscenas palabras que se me vienen a la mente, pero no funciona, cuando de repente me doy cuenta que no me escucha, que nadie en el bus me escucha.
Volteo a mirar al viejo, y sigue riéndose  me desespera su risa cretina. Trato de calmarme sin embargo lo que hago es desesperarme más y más, cuando de repente vuelvo a escuchar a las dos hijas de puta hablar de su maldito incesto, entonces reacciono y me bajo del bus cuando hace la parada.

Enciendo un cigarro y digo ¿qué puta madre paso?
Me dirijo a la clase, al entrar me irradia de una  toda la peste de gente que veo a mi alrededor,  ah y el pensar en verle la cara de sueño a ese profesor me llena de tedio.

Sigo por el pasillo y me encuentro a mi maestro krast justamente nos ponemos a hablar de la vida, del universo y la existencia, de la ceguera en la que la humanidad se encuentra, y de la linealidad que lleva la mayoría de la gente. Nos reímos por un rato, pasaban insolentes a decir babosadas y nos reíamos aún más.


Me despedí y entré a clase, me quedé dormida y seguí soñando con Iván y la visión del mundo.


Héroes callejeros


Busco a mis héroes debajo de los puentes, me contamino de vecinos literalmente.
La caotividad de mi contexto oscurece cada vez ideales fatuos.
La peste basuquera inunda a Cali, como un letargo de la vida misma; y el embaidor aún en la iglesia, con su leprosa creencia sigue sometiéndose para ser uno más.

Solo busco héroes de verdad, de carne y hueso, de sangre y vicios, héroes callejeros, los cuales disipan sus pensamientos en su yo más íntimo. Un héroe vagabundo al que no le importa su "autodestrucción" siendo punto de enfoque para enviaros de paseo sin regreso, (mejoras de la ciudad), dichas mejoras ciudadanas despiertan una compasión absurda que se asocia, con la sociedad enferma,   de la que él ya no pertenece.

Esos son mis héroes constantes, los que rechazan todo parámetro y siguen recorriendo caminos desiertos, inciertos, infernales y estúpidamente dementes.

A todos los que buscan comida en la basura, una loquiza gracias al cal de la iglesia, los que gritan  ¡ya llegué!  ¡Estoy en Cali¡
A los qué quien sabe, que se les pase por la mente.
Gracias por existir.

Maniquí

08 -07-11


Juan Carlos irrumpía mi atención con su mirada de maniquí cualquiera, se sentaba en aquella cafetería atestada de ratones; mientras atraía a las muchachas de teatro. Cruzamos miradas y algo más que eso.


El sigue sentado, y yo paso y observo como una gata asesina lo escarba por dentro.