jueves, 22 de agosto de 2013

Carlos me ha salvado del suicidio.



Me encontraba en mi cama alucinando como siempre,  mi hermano me convida a un porro, lo pienso, pero me decido a fumar y hablar con él.
Fumo y siento el hipotálamo activado, me desespero cuando escucho el motor de la motocicleta de mi padre, salgo huyendo de mi casa desesperada, sin rumbo. Pienso en las voces que me persiguen sin descanso alguno, no he dormido por cuatro meses.
No abordo un bus, pues me imagino la traba tan hija de puta  y me espanta la idea,  me subo en un taxi, y desde el sur,  recorre  media ciudad  hasta dejarme en la Loma de la Cruz.
Camino por las calles pavimentadas y repugnantes de esta ciudad que amo y odio al mismo tiempo, busco  algo que me embriague, cruzo la quinta, llegando al Intercontinental rastreo la muerte, no la encuentro. Camino por el oeste de esta ciudad, en la Tertulia, me detengo y fumo una cajetilla entera de cigarrillos, queriéndome arrancar la cabeza.
Compro  media de Brandy y lloro desquiciadamente, grito, hablo conmigo misma, la gente me mira, sigo caminando, pienso en cómo acabar con esta vesania incesante, pienso y pienso, me digo:  ¡que cobarde, no puedo hallar la forma correcta!
Pienso en mis padres, mi mamá, me habla, llora y dice que no lo haga, ¡cada vez me confundo más!
La gente me mira, y escucho sus murmullos, ¿o soy yo?,  me siento en el limbo,  más allá que acá, sin fe alguna. Como una loca maldita.
¡No sé qué hacer!
Se me ocurre llamar a un amigo, a  Carlos,  Yo pienso que seguramente no está, contesta la mamá, y lo pasa inmediatamente, Lo saludo diciéndole que lo necesito urgente, que nos veamos, él dice  que cae de una, yo desesperada, y esperándolo,  entro a una tienda de peces, donde me quedo bastante tiempo observándolos, hasta que la dueña de la tienda, me dice que tiene que cerrar y me echa.
Salgo y esperando que no me saquen, entró a la panadería Quinta con Quinta, donde la media de brandy me despeja un poco, tomo unos cuantos tragos, esperando a Carlos y medito sobre mi vida,  llego a la conclusión que no quisiera más este tormento que estoy viviendo,  Carlos llega,  nos encontramos en Comfenalco,  hablamos, me tranquiliza.
Nos embriagamos, caminamos bajo la lluvia, yo le cuento lo sucedido y él no hace otra cosa más que reírse, ocultando su preocupación; caminamos varias cuadras, pasamos por la Gruta, nuestra parada es en la Feria del Libro en el CAM,
donde nos detenemos como niños para ojear libros y revistas.

Después de una larga caminata  y un día agotador,  decidimos irnos,  él compra una revista de Monet o Gauguin, no me acuerdo, mi memoria falla últimamente.
Abordamos  el bus, nos hacemos en los últimos asientos, hablamos, nos reímos
Me acompaña a mi casa, llego y encuentro la misma atmósfera,
me doy cuenta que he muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario